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Advocación: Santa María Magdalena.

Parroquia: Es consignada en Libros de Fábrica de Santo Tomás de Arratzu.

Emplazamiento: La única huella de la ermita situada en Errenteri es el topónimo de Maloste. Maloste es el nombre de un grupo de casas situadas entre Errenteri y Mendieta. Al parecer, Maloste viene de "Madalen oste (lugar posterior a Madalen)". Según el historiador Alberto Iturriarte:

"esta ermita estaría en lo que fue la plazuela principal. Es decir, la zona comprendida entre Maloste, el molino Urrengo, la casa de la Magdalena, la cruz de Rentería y la herriko etxea -en el viejo edificio que durante años lo ocupó la antigua taberna de Goiritxu-. Concretando más: muy cercano al antiguo caserío caserío Kaleko, posiblemente entre sobre el trazado de la carretera que venía de Lekeitio, y muy cercano a la casa Kateko".

Descripción: Desconocemos como era su arquitectura.

Conservación: Desaparecida.

Notas históricas: Magdalena fue una de las ermitas más importantes del concejo y se menciona por primera vez en un testamento fechado en 1592. En ese documento, que trata sobre la venta de la octava parte del molino de Urrengoerrota en la Rentería, se alude en varias ocasiones a “la octava parte del molino Madallengo herrotea, vecinito a la ermita de la Madalena del concejo de Ajanguiz”.

En el año 1680, en la visita del Teniente General a la merindad de Busturia, se anotan las iglesias y parroquias, y en Ajangiz recogió la de “Santa Magdalena”. Además, en la ermita se celebraban juntas vecinales, tal y como se menciona cantidad de veces:

“en la hermita de la Magdalena del conzejo de Ajanguiz paraje acostumbrado para los aiuntamientos y congresos que se ofrezen en el referido concejo”.

En los años 1751, 1752, 1758 y 1768 vuelve a mencionarse.

En la visita del año de 1793 que realizó don Francisco Mateo Agiriano y Gómez, obispo de Calahorra, dice de esta ermita que se halló decente, pero notando que el ara del altar de San Bartolomé es muy pequeña, y que dentro de dicha ermita estaban en custodia algunos barriles de pólvora. Añade el visitador, que aunque el presente no había granos, se le había informado que el mayordomo acostumbraba a guardar en ella los que recogía de los diezmos que arrendaba. Dice también que solían juntarse los vecinos de dicho Concejo (Ajangiz) en la misma ermita a tratar cosas temporales. Mandó el visitador, que a los veinte días de publicado el auto de visita, se quite el ara pequeña y se ponga otra consagrada "Más crecida", y que se sacasen de dicha ermita los barriles de pólvora y que en adelante no se custodiasen dentro de la misma granos, ni tengan Juntas de asuntos temporales y profanos "agenos de la reverencia que se merecen los lugares destinados para la oración y culto Divino", bajo pena de cincuenta Ducados y con apercibimiento de que se procedería a lo demás que en derecho hubiere lugar.

En 1824 se tienen noticias de las obras ejecutadas en la ermita por don Joaquín de Barrenechea, Gregorio de Elguezabal y Ramón de Urgoitia.

La ermita fue víctima de los sucesos del siglo XIX y en los libros parroquiales de Ajangiz se recoge los siguiente: “en Errenteria existía la ermita de Santa María, la cual y debido a la guerra, pereció el 4 de mayo de 1835 en el incendio habido en ese barrio. Sólo quedaron las paredes y en la actualidad la ermita es usada para otras cosas que nada tienen que ver con la religión”. La ermita y el archivo que ésta albergaba se quemaron.

El Ayuntamiento de Ajangiz decidió no levantar la ermita y las piedras fueron aprovechadas en la construcción de la nueva parroquia que estaban construyendo en Mendieta, en la entonces ermita de la Ascensión. El barrio de Errenteri quedo sin ermita y la villa Gernika-Lumo aprovechó esta situación para atraer a esos fieles a las iglesias y ermitas de su jurisdicción. Ante esta situación, a mediados del siglo XIX, el Ayuntamiento de Ajangiz realizó la siguiente petición al Obispo de la Diócesis: que construyerá “en este barrio la ermita de San Bartolomé y Santa María Magdalena (se mencionan los dos nombres) que existió hasta que en 1835 se incendió”. La ermita nunca fue reconstruida.

La ermita de Santa María Magdalena, además de ser un lugar sagrado, era el espacio donde se celebraran las reuniones de los vecinos de Ajangiz y de la Rentería. Así lo corroboran distintos documentos (fechados en 1751, 1813, 1816, 1833...). De estos documentos se puede deducir o sospechar que la ermita podría haber dispuesto de un atrio cubierto con alguna mesa de piedra y bancos corridos para mayor comodidad de los vecinos en sus deliberaciones.

Si embargo, estas prácticas no agradaban ni poco ni nada al obispado de Calahorra, por lo que decretó en 1793 que no se tuvieran en ella juntas de asuntos temporales y profanos. Esta orden no tuvo demasiado eco, toda vez que muchos años más tarde, en 1833, los vecinos continuaban reuniéndose allí.

Tras su destrucción de 1835, la actividad municipal pasó a la ermita de la Ascensión del Señor de Mendieta.

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