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El templo parroquial de Santa María se encuentra emplazado en el barrio Zelaieta, barrio-capital de la anteiglesia de Gautegiz Arteaga, en una ubicación de gran significado, como la del propio barrio. Esta agrupación de edificios se desarrolla en la parte baja del valle de Oka, en las faldas del monte Ereñozar, sobre el camino que une la localidad de Gernika-Lumo con la costa oriental vizcaína, lo cual resalta la importancia del lugar ocupado por este conjunto.

Dentro del citado barrio el templo ocupa lugar preferente, sobre una pequeña colina, desde la que domina el cauce de la ría de Urdaibai y los barrios de la localidad del fondo del valle por su vertiente occidental, la entrada del propio valle desde Kortezubi por el lado sur y la cuenca del arroyo Errekalde, junto con toda la parte del municipio ubicada en las faldas del Ereñozar, desde la zona oriental de su posicionamiento. Esta situación hace del templo un lugar de preponderancia geográfica, visible desde grandes distancias en el interior del valle del Oka.

La importancia de tal asentamiento, en el cual también influye por supuesto la cercanía de las casa–torre de Arteaga, cuyos señores fueron los patronos de la iglesia, se vería ratificada por la presencia en el edificio de elementos bajomedievales, de los siglos XII-XIV, que supondrán la existencia aquí de una construcción ya desde época medieval.

Iglesia de Santa María de Gautegiz Arteaga
Iglesia de Santa María de Gautegiz Arteaga.
La centenaria encina no permite apreciar
todo el volumen neto de esta iglesia
columnaria, notable templo renacentista de
la segunda mitad del siglo XVI.

DESCRIPCIÓN

El románico esta representado por la pequeña portada al lado Sur de la parroquia de Santa María, obra tardía, fechable a mediados del siglo XIII por los menos, con capiteles vegetales pegados al núcleo, de tradición cisterciense.

El resto queda encuadrado en el último período del Gótico. Su planta es basilical de tres naves de igual altura en tres tramos, siendo mayor la central que las laterales, la cual se encuentra rematada por un ábside poligonal de planta cuadrada. La cubierta del edifico se realizó en base a bellas bóvedas de crucería, apoyadas en columnas clásicas conformadas por diversos bloques de piedra, sin nada que sea digno de reseñar. Todo el templo se encuentra aparejado totalmente en sillería, manteniendo el suelo cubierto a base de grandes losas de piedra. A los pies se ubica una torre angular y protegiendo la cara sur y oeste se desarrolló un pórtico cubierto, en el cual existía una pequeña ermita, hoy dedicada a sala de reuniones. La iglesia posee tres accesos, uno de ellos tapiado actualmente, en los que se muestra una gran riqueza tipológica y de los que se tratará más adelante. A los pies de la nave se encuentra un batisterio, resguardado con una verja de hierro, que resguarda una gran pila bautismal de sección circular hecha en arenisca, cubierta por una tapa de la misma sección, que se haya rematada por la figura de un pequeño pájaro. La cubierta actual de la pila bautismal, lo mismo que la reja que cierra el batisterio, fueron realizadas a finales del s. XIX, en 1887, siendo más modernas que la propia pila.

La parroquia de Santa María se puede considerar una iglesia monumental, una típica “hallenkirche” o iglesia salón muy compensada en la que se combinan con gran maestría diversos elementos que hace destacable esta construcción dentro del ambiente en el que se edificó. Aunque recoge elementos que demuestran la existencia de templos anteriores en su emplazamiento, el edificio que actualmente podemos visitar acabado en su casi totalidad a inicios del s. XVII. Los restos parecen indicar que este templo tuvo un antecedente románico del s. XII, al que alguno autores como Iturriza consideran que fue fundado en el s. X. La presencia en el muro del lado del evangelio de los elementos góticos, un vano y un acceso, indican la existencia de una iglesia de considerables dimensiones anteriores a la reforma que se llevó a cabo para darle su imagen actual.

Portada románica de la iglesia
Portada románica de la iglesia.

La iglesia desde su construcción ha sufrido varios arreglos y reforma en zonas diferentes del edificio, motivados obviamente por la mala conservación. Las bóvedas que componen la cubierta del templo se remodelaron varias veces; en 1722, en 1738, año en el que sufrieron una reconstrucción importante y en 1755, dentro de un reparo general de todo el edificio. La torre se arregló entre 1681-1685, produciéndose en 1779 el enlosado del presbiterio y en 1806 el de la iglesia y parte del pórtico que la rodea. En 1855 Juan de Urrunaga y José María de Goitisolo realizaron varios trabajos en la capilla, el altar mayor, las bóvedas y otros puntos de la iglesia.

Esta construcción conserva varios elementos de interés, como los ya citados accesos o los bellos retablos que se encuentran en cada una de sus naves y de los que también trataremos más adelante. Fuera de estas imágenes, posee la iglesia en su interior una impresionante estatua de Cristo crucificado, ubicada junto al acceso del lado sur, que era la imagen que guardaba la ermita que se hallaba en el pórtico, otra imagen alojada en un nicho, junto al retablo de la nave del evangelio y una hermosa talla de la Virgen a los pies del altar de la nave central. Se desconoce la época y la autoría a la que pertenecen estas diferentes imágenes, aunque las últimas pueden ser contemporáneas.

Finalmente hay que señalar que en el mismo pórtico de la iglesia, junto al lugar que antes ocupaba la ermita de Jesús Crucificado, se conserva una mesa realizada en caliza rosada elevada más de un metro del suelo, que bien podría corresponder al lugar donde durante largo tiempo se reunían los vecinos en ayuntamiento para tratar y resolver los problemas que aquejaban al común del municipio, siendo esta losa de caliza donde se ponían por escrito todos los acuerdos tomados por los habitantes de la anteiglesia.

Portada principal de la iglesia
Portada principal de la iglesia.

ACCESOS

La iglesia parroquial posee, como ya se ha señalado, una gran variedad tipológica reflejada en sus tres accesos. En la cara sur del edificio se encuentra la portada románica, residuo del templo anterior. Moderadamente abocinada, con arco de cierre y tres alquivoltas muy apuntadas, la exterior se apoya en el muro, funcionando como guardapolvo y se halla perfilada en baquetón y junquillo igual que las restantes. El arco de cierre, liso y de arista viva, descansa sobre las jambas con mediación de imposta corrida de grueso filete socorrido por línea rehundida que la parte en dos; el inferior y sólo aquí en las facies de las jambas, degeneran en gruesos cogollos, raros y de bello efecto, aunque casi han desaparecido los de la jamba izquierda. Las dos arquivoltas intermedias también se apoyan en la imposta, en este caso apeada con columnas exentas de alto capitel y ábaco de filete con hendidura. Todo el conjunto se realizó en piedra arenisca.

Los capiteles de estas columnas pertenecen al orden corintio con dos pisos de hojas pedunculadas pegadas al núcleo, siendo en realidad palmetas. Por otra parte, en el lado derecho dichas hojas se metamorfosean en acantos que rizan sus cogollos en las aristas superiores del cestillo. Los fustes, delgados, hacen gala de un distinto color, presentándose unos negruzcos y otros amarillentos. Las basas son clásicas, dentro del estilo ático, con garras en los toros que posan sobre el plinto, muy articulado y elevado del suelo medio aproximadamente, lo cual es muestra de modernidad.

El conjunto, por la iconografía que presenta, la exclusividad de baquetonados, el arco muy apuntado y los altos plintos, cabría considerarlo como realizado a inicios del s. XIII, conformando una versión culta del románico final vasco, muy afectada ya por el purismo cisterciense.

En el muro del lado del evangelio se encuentra otro acceso apuntado, de estilo gótico, que también es residuo de un templo anterior al actual. Este segundo acceso en la serie cronológica que encontramos en este templo se halla actualmente tapiado, no existiendo en el ninguna peculiaridad digna de resaltar, al consistir en una tipología muy habitual y extendida dentro de las obras de este estilo arquitectónico.

Situación contraria muestra sin embargo el acceso que se desarrolla a los pies del edificio, una portada barroca construida en el s. XVII, muy clásica. Este elemento realizado por Juan Ortiz de Olaeta, está hecho en caliza roja, tan abundante en la comarca, tanto en las canteras de Ereño como en las de Gautegiz Arteaga. Axial en el lienzo de los pies, se encuentra flanqueando en ambos lados por dos pilastras de base cuadrada sin decorar y con los fustes acanalados, unidas por encima de la puerta por un cuerpo de gran belleza arquitectónica y que da un aire más culto al conjunto del acceso.

La obra realizada por Juan de Ortiz de Olaeta se inició en 1635 y parece que no la terminó hasta el año 1661, suponiendo un gasto muy importante para esta pequeña parroquia, que tardará casi tres cuartos de siglo en acabar de pagar el total de la inversión que supuso tal obra.

RETABLOS

En el interior del edificio los elementos más destacables sin lugar a dudas los constituyen los retablos de cada una de las naves, destacando entre ellos el que se encuentra presidiendo la nave principal, en le ábside que remata a ésta.

Interior
Interior.

Este retablo, cuya licencia de construcción concedida por el obispado en 1790, se realizó en 1810, gracias a la actuación de varios maestros. De gran belleza, tiene tres cuerpos, con altar, sagrario, gradería y un zócalo de caliza rosada. Posee un tabernáculo dorado circular, adornado con columnas pareadas compuestas, con dos ángeles arrodillados a ambos lados. En el centro aparece un medallón rectangular con la representación de la Asunción de la Virgen, en bajorrelieve (3,74 x 2,30). En el semicírculo de remate otro bajorrelieve muestra a la Santísima Trinidad en actitud de Coronar a la Virgen. Sobre el sotabanco se ubican dos ángeles ofreciendo alegorías de triunfo y en los intercolumnios hay dos grandes figuras de 1,96 m, representando a los apóstoles San Pedro y San Juan, figuras que como las de los cuatro ángeles citados se hicieron de madera.

Las tallas de madera referidas fueron realizadas por el escultor Juan Bautista de Mendizabal y los medallones se le encargaron al pintor Bernardo de Costa, todo ello emplazado en un diseño del retablo ideado por el arquitecto Juan Bautista de Balauzaran, diseño que fue aprobado por la Real Academia de San Fernando el mismo año de 1810. Este bello elemento decorativo, que sin duda realza enormemente el interior de este templo, supuso, como casi dos siglos antes había ocurrido con el acceso principal al templo, una gran inversión económica y quizás debido a ello dio lugar a una fuerte polémica por la gran suntuosidad con que se realizó y que parecía excesiva para una iglesia rural. El retablo fue de nuevo pintado y dorado en el año 1867.

En lo que respecta a los retablos que coronan las naves laterales de este edificio, se desconoce por la documentación manejada, cuándo se realizaron, aunque en el año 1792 se citan los altares del rosario y de San Policarpo, imágenes principales de estos retablos, lo mismo que ocurre en 1804, aunque ya denominándolos directamente retablos en vez de altares.

El retablo del lado del evangelio, de tres cuerpos, tiene en el centro una imagen de Nuestra Señora del Rosario (1,39 m de altura), flanqueada a ambos lados por unas imágenes de San Joaquín y Santa Ana (ambas de 1,45 m). En el tercer cuerpo de ubica una talla de San José con el niño de la mano a tamaño natural. En el primer cuerpo se pintó un cuadro del Sagrado Corazón (0,75 x 0,55 m) con un marco dorado, que fue un regalo de una particular del municipio, Anselma de Goitia. Toda la estructura se encuentra dorada.

El retablo de la otra nave, dorado como el anterior, tiene en el centro una imagen de San Policarpo (1,70 m), con representaciones de San Antonio Abad y San Isidro, una a cada lado, de 1,37 m de alto. En el tercer cuerpo se presenta una imagen a tamaño natural de Santa Ursula; junto a la pared hay una imagen de San Antonio de Padua (0,83 m). Al igual que las del anterior, todas las imágenes de este retablo son de madera.

Retablo mayor
Retablo mayor.

En el inventario sobre los bienes de la iglesia realizado en 1887 aparecen citadas varias figuras y altares, que en su gran mayoría hoy ya no existen. Entre ellos se habla del altar de los Dolores, sin retablo con imágenes de Cristo en Andas (1,44 m). Nuestra Señora de los dolores (1,25 m), San Juan (1,32 m) y Santo Cristo (0,76 m). En los altares de las Ánimas y de nuestra Señora del Carmen se colocaban en cada uno un cuadro al óleo (1,22 x 1,93 m) representando las benditas ánimas del purgatorio en el primero y a Nuestra Señora del Carmen en el otro.

A parte existían un óleo de la Virgen del Rosario (1,60 x 0,83 m) que se restauró anteriormente a este inventario, en 1848, una efigie del Salvador orando en el huerto con un ángel (1,31 m), un monumento en forma de dosel, regalado por Juan Manuel Ibáñez de Aldekoa y realizado por Bernabé de Garamendi. En el batisterio un cuadro (0,94 x 1,19 m) reproducía el bautismo de Cristo; fue pintado por un tal Lekona y regalado por María Dolores de Etxebarri. El conjunto de imágenes del templo se complementaba con varios crucifijos en la sacristía (0,60 m), en el púlpito (0,43 m) y otros de menor tamaño.

Coro y órgano
Coro y órgano.

Fuera de este inventario, en 1816 se cita un altar dedicado a Nuestra Señora de la Soledad con motivo de un arreglo que sufrió. Ese año de 1816 Juan Bautista de Mendizabal hizo una nueva efigie de esta imagen; el altar parece que en 1856 fue sustituido por un retablo nuevo realizado por Francisco de Toña. Los distintos altares de la iglesia sufrieron varias reformas a lo largo del tiempo, fechándose las principales entre todas ellas en los años 1720 y 1769, año en el que se colocó también una reja en el presbiterio del altar mayor.

Por último, la estructura de todo el edificio se encuentra actualmente completada por un último elemento, de carácter no religioso. Así adosado a la portada principal existe un edificio de dos plantas sin ningún interés a nivel morfológico, construido en 1867, cuya finalidad era servir como escuela para los niños y niñas de la anteiglesia y como casas o vivienda de la maestra encargada de realizar tal función.

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