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Las afianzadas formas constructivas neoclásicas conocieron un primer aviso de que las cosas empezaban a cambiar en 1856, con la aparición de un edificio singular: el castillo de Arteaga, una buena muestra de las tendencias arquitectónicas románticas historicistas que por aquellos mismos años estaban dando forma al estilo Segundo Imperio y que aquí se plasmó en su vertiente neomedieval. (más información en www.urdaibai.org/arquitetura militar/casas torre)

Una vez admitidas, las formas eclécticas y revivalistas, que muchas veces se mezclan, dejaron una profunda huella en la comarca. A ello contribuyeron dos factores. Por un lado la conversión, ya desde finales del XIX, de la margen izquierda de la ría de Urdaibai en una zona de veraneo. Un sector de la burguesía bilbaína encontró en sus amplias y tranquilas playas el lugar ideal para su descanso estacional, por lo que pronto empezaron a surgir de ellas chalets y mansiones de diversa entidad, pero casi siempre bien informados de los gustos del momento.

Por otra parte, el proceso industrializador, aunque mayoritariamente centrado sobre la ría bilbaína, tampoco dejó de alcanzar a algunos puntos de la comarca –especialmente Gernika-Lumo y Bermeo-, beneficiando a un reducido grupo de familias locales. Éstas, ansiosas por dotar a sus residencias de un empaque que ratificara su posición, aceptaron inmediatamente los gustos revivalistas.

En un primer momento, y ante la falta de modelos de inspiración propios, los arquitectos y sus clientes copiaron algunas tipologías importadas, especialmente los hoteles neobarrocos franceses. En este grupo estarían Villa Catarro y Villa Arriaga, (Gernika-Lumo), o Palacio Larrinaga (Goikokale 39, Mundaka). El tejado de pizarra, fuertemente inclinado y amansardado, como la molduración que rodea a los huecos relacionan estos edificios con los hotels de estilo Segundo Imperio.

Pero casi inmediatamente se hallaron diferencias locales en el neopopulismo. Los proyectos empezaron a basarse no tanto en los diseños importados de las academias europeas como en una investigación de campo a través de la que se intentó descubrir y valorar los elementos constructivos de la arquitectura culta o popular regional. Desde un punto de vista cronológico, los revivalismos historicistas parecen ser los primeros. Una veces fue la búsqueda de lo medieval, como en Torre Zuri, muchas lo decididamente barroco, como en el palacio Unzeta, ambos en Gernika-Lumo. Entre los neopopulismos se pueden citar Villa Caballero, Villa Matilde y Villa Palmira (Busturia); Villa Eguzki Jaia (Ea); el chalet de María Ibarraran (Bermeo) o Villa Monasterio (Arrieta).

Villa Argentina
Villa Argentina (Gernika-Lumo). Como es
habitual en los chalets de fines del XIX, la
tradicional planta cuadrangular se complica
aquí con cuerpos transversales que se
reflejan en altura en volúmenes torreados
y grandes hastiales triangulares.

La arquitectura neovasca intentaba remedar, evidentemente, la imagen del caserío. En consecuencia, produce mansiones cerradas por un tejado a dos aguas, piso bajo abierto en soportal central o esquinero, piso residencial dotado de grandes balcones corridos, por lo general defendidos por rejería neobarroca, hastiales cerrados a base de falso entramado de madera relleno de ladrillo macizo también falso, vanos de palomar triangulares... Aquí podemos recordar Villa Felisa (Elexalde, Ibarrangelu); Txorrokopunta 1, Aldatz Erdi, en Raimundo Abaroa 14 y el Hotel La Atalaya, en Itxaropena 1, (Mundaka), el nº 56 de Gautegiz Arteaga; el ya tardío Aitz Gane (1948) de Busturia, el exótico chalet Galdiz (Ea), y con un espíritu más romántico, Villa Toña y Villa Argentina (Gernika-Lumo), ...

Por su parte, el neomontañes se remite a la casona cántabra, basada en un volumen cúbico al que se adosa una torre angular, aunque casi siempre se dota de elementos de estilos habitualmente clasicistas o barrocos. De hecho, estas construcciones cabrían también dentro del capítulo de los revivalismos cultos. Los chalets Madariaga, Elizgane y Ezenarro (Gernika-Lumo); Etxe Aundi en Nagusia 25 (Ea); Ibaialde, en Txorrokopunta 6, y Amaia Enea, en Goikokale 2, (Mundaka), se corresponden con construcciones levemente influenciadas por el estilo neomontañes.

A partir de los años treinta del siglo XX se inició una etapa de rechazo de a las concepciones decorativistas de la arquitectura. Se intentaba así devolver a los edificios su valor puramente constructivista, basando su belleza en la definición clara de los volúmenes y su vinculación orgánica, la pureza de líneas, el juego de masas y el contraste de los nuevos materiales. Las fachadas debían delatar inmediatamente la estructura interna del edificio, sin enmascararla con decoraciones superfluas. Asimismo, se pretendía el máximo aprovechamiento de los espacios interiores: la obra resultaba tanto más valiosa cuanto más útil fuese. Era, en definitiva, el racionalismo.

Kikumbera
Kikumbera (Bermeo). Arzadun proyectó
en 1930 este brillante edificio racionalista,
que con su línea de "casas barco" se adecua
perfectamente al entorno en que se alza,
directamente sobre el puerto bermeano.

Esta nueva visión produjo algunos ejemplares de singular interés en la comarca, y muy especialmente en Sukarrieta, con la urbanización de la familia Yako, y en Bermeo, con Kikumbera. Este último posiblemente sea el primer edificio racionalista vizcaíno. La Kikumbera fue proyectada por Fernando Arzadun Ibarraran en 1930. Esta "casa barco", dotada de mástiles, atalaya, cubierta de camarotes, rotonda, etc., recoge a la perfección los criterios aplicados un año antes por Aizpurua y Labayen en el Club Náutico de Donostia.

Pero la Kikumbera no responde a un encargo particular, sino que fue realizada por Arzadun para su propia familia, lo que de alguna manera es también el primer signo de la selectiva aceptación que tuvo el estilo: asociado con la industria y los servicios, los particulares siguieron prefiriendo para sus mansiones las formas recurrentes, más identificadas con la nobleza y elegancia arquitectónica, mientras que el racionalismo quedaba reservado a las fábricas, como Ormaza S.A. (Bermeo) diseñado en 1945 por el bermeano Pedro Ispizua, o los edificios más o menos públicos, como el Batzoki (Bermeo) y la colonia de la Caja de Ahorros (Sukarrieta).

Por otro lado, la posguerra conllevó una ruptura con estas jóvenes tendencias puristas. El nuevo poder buscó en el pasado sus más arraigados fundamentos, por lo que el revivalismo, ya en proceso de extinción, fue nuevamente revalorizado. Las restauraciones realizadas por Regiones Devastadas marcaron ya una pauta que, posteriormente, será seguida por la mayor parte de los arquitectos locales. La clasicista plaza de los Fueros, en Gernika-Lumo, con su prolongación a lo largo de Artekale, es sin duda el mejor ejemplo de esta etapa.

Kikumbera
En la reconstrucción del núcleo central
de Gernika-Lumo, tras el bombardeo de 1937
, el arquitecto Manuel Smith recurrió al modelo
barroco de la plaza-patio, con amplias
arcadas de paseo en su perímetro interior.
En esa ágora se concentrarían los elementos
más significativos de la vida civil de la villa,
destacando entre ellos la casa consistorial,
con su imponente torre de reloj.

En Busturialdea hay otras construcciones contemporáneas de menor entidad como el edificio Gaztelu Zarra (Zelaieta, Gautegiz Arteaga) del que desconocemos su época de construcción.

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