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La iglesia de San Miguel se halla en el barrio Elizalde de Ereño.

Este magnífico edifico de aspecto compacto y monumental destaca sobremanera del entorno, y no sólo por su ubicación, sino también por su extraordinaria monumentalidad, a lo cual se añade el excelente aspecto que ofrece su estado de conservación, externa como interiormente, en virtud de la reciente restauración llevada a cabo en 1986. Teniendo en cuenta la precariedad de recursos económicos en que se movió siempre esta anteiglesia, parece desproporcionada la grandiosidad de la obra, erigida en un momento económico sin duda excelente, como también lo debieron ser los años que se acometió su ampliación, siglos después de su construcción, en la centuria dieciochesca.

Su peculiar situación en un altozano, le confiere un peculiar aspecto pero también le ha acarreado múltiples problemas a lo largo del tiempo, puesto que el azote de los vientos y las lluvias conllevó en varias ocasiones, su derrumbamiento, y precisamente fue un rayo, que cayó durante la tormenta de noviembre de 1815, el que motivó la reconstrucción de ésta, característica que se veía agravada en los siglos pasados por hallarse situada en un paraje desconocido despoblado por lo que estaba más desprotegida que actualmente, siendo, en este sentido, elocuente el testimonio que quedó constatado en 1716 ante el notario Juan de Guizaburuaga (Murélaga) que se realizó con motivo de la erección de una casa cural cerca de la iglesia parroquial de Ereño:

“atendiendo a que la cercanía de esta iglesia está muy despoblada de casas por lo cual no se puede lograr la conveniencia de que habite cerca de ella el cura y beneficiado de esta resultando graves inconvenientes para la administración en el servicio de la iglesia”.

La fábrica de esta parroquia realizada exteriormente a base de magnífica piedra sillar, no desmerece la monumentalidad de este edificio cuya construcción, iniciada en 1560 y finalizada en el siglo XVII, se inscribe dentro de los cánones renacentistas, constituyendo una de las mejores muestras de los templos de este estilo con una sola nave y torre lateralizada.

San Miguel de Ereño
Iglesia de San Miguel de Ereño.
Notable mole de sillería, dotada de recios
estribos para soportar la bóveda. Los
contrarrestos denuncian una fábrica de tres
tramos, y el aparejo y las ventanas, del siglo
XVI, son de un renacimiento elaborado.

Edificio

Presenta al exterior nueve machones de base rectangular, divididos en varios cuerpos y cubiertos, oblicuamente, por tejas, que se encargan de sostener las tres bóvedas de crucería que cubren el recinto interior a una altura considerable respecto al pórtico y la sacristía; estos dos últimos elementos se sitúan en el lateral opuesto da la torre de campanas, siendo los únicos elementos que prolongan lateralmente la única nave de la iglesia.

En conjunto la iglesia presenta escasas aberturas cuyos efectos se ven compensados por la elevación que adquiere la nave abovedada, con sistema de reticulado en la capilla mayor y estrellada en la cabecera, lo cual le confiere una extraordinaria luminosidad a pesar de los pocos vanos existentes y nos remite a pleno siglo XVI.

El pórtico que prolonga lateralmente la única nave de la iglesia, al igual que la sacristía, está rodeado de banco corrido de piedra y cubierto a altura muy baja a base de entramado de madera cubierto con teja curva. La puerta de entrada a la iglesia, se halla flanqueada por dos pilas de caliza, una de pequeño tamaño, la de la izquierda, apoyada sobre una columnita que descansa directamente sobre el piso del pórtico, cuyo recipiente, de forma semicircular, se halla decorado en forma de gajos, y la de la derecha, de mayor tamaño, apoyada sobre columna con basa cuadrangular rematada por collarines en ambos extremos, rematada con recipiente circular de amplio radio. En el pórtico podemos contemplar, incuso en una piedra del muro, una cruz sobre la calavera y las tibias en aspa, símbolo de la muerte, que señala el osario ya que hasta tiempos relativamente recientes, se depositaron los restos que se hallaban en remoción de tumbas, así como también un curioso gancho de hierro, situado en el centro del cobertizo, en el que antiguamente se pondría el candil para iluminar por las noches la entrada del templo o bien a las reuniones que allí se celebraban.

Pórtico
Pórtico.

Interior

Al interior de la iglesia se penetra a través de un portalón de madera enmarcado en arco de medio punto, en la cual se halla una placa de San Antonio de Padua, pudiéndose distinguir en el muro sobre la entrada al templo el marco de piedra de una ventana, en semicírculo tal vez procedente de la primitiva parroquial de Ereñozarra, hoy ermita de San Miguel. Una vez atravesada la puerta de entrada, accedemos lateralmente en la parte zaguera de la única nave del templo, la cual se halla cubierta, entre tramos, mediante bóvedas de crucería, y con casetones en la cabecera, lo cual representa una importante novedad para la época en que fueron construidas (s. XVI), que por otro lado, le confieren un acentuado aspecto bajo el punto de vista artístico en la cubrición interior, como también lo constituye el asombroso arco carpanel, realizado a fines del siglo XVIII por el cantero de Lekeitio Ignacio de Ibarretxe que, ya en el siglo XIX causó el asombro de los academicistas, no sólo por la enorme abertura del arco sino por el acentuado carácter artístico que revestía su composición a base de la alternancia de dovelas de distintos colores; este arco en cuyo centro se inscribe la data correspondiente al año 1787 y constituye el soporte del coro realizado a base de entablamento de madera en el piso y en cuya parte central, sobre el muro testero se abre un óculo que confiere cierta iluminación al lugar.

Es de destacar un elemento que a primera vista y sin la necesaria iluminación se escapa a nuestros ojos, a saber, la gran viga que corre a lo largo del muro bajo del coro cuya superficie se haya tallada con rosetones o signos solares, hechos con gubia rústica, representaciones típicas de la arquitectura popular de estas localidades que se observan en diversas manifestaciones artísticas como son las columnas que sostienen los pórticos de algunos caseríos (como el de Gabikaetxebarria en Gabika-Ereño), hórreos (como el de Ibarguen en Intxaurraga-Nabarniz, etc.). Sobre el coro, y en el extremo lateral izquierdo del mismo se sitúa un órgano (perteneciente a la Casa de Ortuzar) de madera, de tres cuerpos, realizado en 1872 de estilo romántico mientras que en el extremo lateral opuesto se abre un vano en forma de pequeño arco escarzano, estando protegido al frente por barandilla de madera. También bajo el coro se accede, mediante una pequeña puerta de madera a la torre de las campanas.

Coro
El coro es uno de los más atrevidos de
Bizkaia, causando asombro entre los
académicos del siglo XIX. Se debía al
cantero lekeitiarra Ignacio de Ybarreche.

A pesar de la extraordinaria originalidad y belleza de los dos elementos hasta ahora comentados (bóvedas y coro), es la zona del presbiterio y el retablo mayor que en él se sitúa, lo que más llama la atención al que visita por primera vez esta pequeña iglesia, cuya extraordinaria belleza hay que atribuirla al material con que está realizado, prácticamente en su totalidad, la famoso caliza roja extraída de las canteras del entorno. El diseño de los elementos que conforman la cabecera de la iglesia correspondió a Juan Bautista de Belaunzarán, arquitecto perteneciente a la segunda generación neoclásica quién elaboró los planos siguiendo las modas imperantes dentro de este estilo de que el altar mayor fue ideado en orden corintio descansando sobre dos magníficos zócalos de caliza. Así mismo la escalinata de acceso y el pavimento de esta parte de la iglesia, y la enorme pila bautismal que se sitúa justo antes de ascender por las escalinatas que llevan al altar, son también de caliza roja conformando todo ello un conjunto sumamente bello y de indiscutible valor artístico.

El espléndido retablo que ocupa todo el muro terminal del ábside, adaptándose a su forma semicircular es de extraordinaria sencillez pero a su vez de gran belleza. El zócalo de este retablo, realizado en el siglo XVIII se efectuó en caliza roja al igual que el resto de los elementos del presbiterio acorde con el diseño que realizaron los guipuzcoanos Domingo de Pellón y Domingo de Laca. Justamente a la derecha del presbiterio encontramos una puerta adintelada, accedemos al pequeño recinto correspondiente a la sacristía de planta rectangular que sobresale al exterior como anteriormente se ha dicho en cuyo interior se puede observar un cuadro bastante grande con el tema de las ánimas del purgatorio a las que protege la Virgen de cuyas manos y en las del Niño que sostiene en los brazos sendos rosarios.

Sacristía
La sacristía es neoclásica, de 1800, y en el
campanario hubo de intervenir en 1816 Juan
Bautista de Belauzarán. Así que el templo es
el resultado de diversas adiciones sobre una
base góticorenacentista abovedada en pleno
siglo XVI, edifico grande, de buen tono
manierista.

El retablo, de madera, está dividido en tres calles tanto longitudinalmente con transversalmente, siendo las más amplias las centrales en ambos sentidos abriéndose varios tabernáculos en los que se inscriben un total de cuatro imágenes exentas de bulto redondo que representan a San Miguel, el titular de la parroquia, San Rafael, San José y San Isidro Labrador. El cuerpo central el más amplio inscribiéndose de abajo arriba tiene tres elementos escultóricos distintos, así, en primer lugar observamos una especie de templete flanqueado por columnas jónicas y en cuyo centro se abre una puerta de arco. Sobre este primer elemento se superpone una hormacina flanqueada a ambos lados por columnas de estilo jónico en la que se inserta la efigie polícroma de San Miguel que fue encargado por la feligresía de Ereño que exigió que estuviese “San Miguel con su espada en la mano derecha como que está batallando y el dragón a los pies” al escultor Manuel de Acebo a quien ayudó a tallar la imagen Gerónimo Argos de Bilbao, así mismo la imagen del Santo se presenta alado y con casco y vestiduras guerreras inscribiéndose entre dos columnas de estilo jónico, culminado el cuerpo central con una sencilla cruz negra sobre la cual se ubica la imagen de San Rafael, encuadrado en una hornacina con forma de arco de medio punto de la transformación que en 1790 llevaron a cabo los destacados artistas, Manuel y Roque Fernández de la Vega y Ramón Félix de Pazos que se hallaban en Ereño dorando retablos.

En las calles laterales del retablo, y flanqueando a la imagen correspondiente a San Miguel ubicado en la calle central que se separa los laterales mediante columnas se ubican las imágenes de los Santos José e Isidro Labrador; el primero con el niño en brazos y el segundo sosteniendo un elemento típico de labranza, los dos santos cuya devoción por parte de los caseros de esta anteiglesia es muy lógica atendiendo a la condición de campesinos de todos lo miembros de la comunidad de Ereño en siglos, así como la tradición local que revistieron las actividades artesanas de carácter manual que propició la formación de virtuosos canteros y carpinteros que plasmaron en diferentes manifestaciones del arte popular. Ambos santos se inscriben entre pilarcillos de base cuadrada muy sencillos y apoyados sobre una base en cuyo centro se inscribe la cabeza de un querubín.

La imagen de San Rafael, situada en la parte superior de la calle central no se halla flanqueada por ninguna otra en los laterales que se conforman por la madera exclusivamente (actualmente retirada) estando rematada toda la parte superior del retablo por motivos ornamentales (vegetales) sobredorados. El dorado se centra sólo sobre algunos de los elementos del retablo que recalca, estando el resto de él pintado de un color verde claro que ofrece un bonito contraste el punto de vista artístico.

Retablo
Retablo.

Los dos altares laterales, dedicados, el de la izquierda a Nuestra Señora del Rosario y el de la derecha a San Pedro que inscriben dentro del estilo barroco, aunque las imágenes que se sitúan sobre las correspondientes a los santos de su principal advocación, esto es, las del Arcángel San Gabriel y San Antonio las superan bajo el punto de vista artístico. Estos pequeños altarcillos situados a ambos lados del presbiterio respecto a cuya zona quedan adelantados, son pequeñas mesillas sobre las que se sitúan modestos retablillos sobredorados totalmente excepto las imágenes que sólo los están parcialmente. Así pues las dos imágenes principales, la del Rosario y San Pedro se hallan inscritas en hornacinas flanqueadas por dos columnas de tipo salomónico que nos remite a un estilo barroco recargado así como otras columnas del mismo tipo que se sitúan en un plano más retrasado, todos sobredorados; sobre la hornacina inferior se sitúa otro de menor tamaño en cuyos nichos se inscriben, sobre el rosario, la imagen de San Gabriel con la mano extendida adelante, y sobre San Pedro, la de San Antonio, entre columnitas retorcidas de menor tamaño, rematando el retablo una obra de carpintería en madera sobredorada cuya parte central está conformada por una composición estrellada, al igual que el cuerpo inferior se halla rematada por una composición del mismo tipo que separa los dos cuerpos del retablo.

Aparte de los retablos central y laterales resultan interesantes las cuatro hileras de bancos situados en la parte trasera a la izquierda de la nave de la iglesia, los cuales se hallan subdivididos en asientos en los que podemos leer tallado en el respaldo los nombres de las familias y caseríos del siglo XVIII en el que se llevaron a cabo, a saber: Akordaetxea, Bengoetxea, Belaustegi, Ugaldea, Gabika Bekoa, Goitia-Aldekorda, Arrupe, Urrutia (el único con apoyo para ambos brazos), Aurrekoetxea, Aldekozea, Sarruaga, Bollar-B y Bollar-A, Vidaurreta, Gabikaga, Asrua-B, Astegi, Sendagorta, Andikoetxea, Beitia-Akorda, Arrotegi-G, Mendibil, Arrotegierdikoa, Ortuzar, Arrotegibekoa y Hereño (sico), y seguramente cuando se realizaron estos asientos lo fueron para toda la feligresía de esta parroquial, aunque no se hayan conservado debido al perentorio carácter de un material como la madera.

Historia documentada

Según Iturriza, la actual parroquia de San Miguel fue erigida en su actual ubicación en el año 1560, trasladándose desde su anterior emplazamiento en la cumbre del monte Ereñozarra, donde hoy se encuentra la actual ermita del mismo nombre.

La obra fue financiada con parte de los diezmos que pagaban los feligreses al patrono así como las limosnas que ellos mismos aportaban voluntariamente como podemos comprobar a través de varios testamentos de fines del siglo XVI y principios del XVII.

En varios documentos conservados en el Archivo eclesiástico del Señorío (Derio) se guarda gran cantidad de información sobre la construcción de este edificio. A continuación se adjunta algo de ella.

En 1763 se ejecuto una cruz de plata realizada por el Maestro Platero Francisco López y Ruidiaz vecino de Bilbao. El mismo maestro platero realizó tres años después una nueva campana que fue colocada en la torre el día de San Miguel de 1765, la cual pesó 164 y media onzas sustituyendo a la campana vieja fundida en 1748; posteriormente Francisco López Ruidiaz realizó una cruz de plata para el Altar de Nuestra Señora del Rosario.

Las obras que afectaron a la estructura arquitectónica de la iglesia, tanto externa como internamente, se llevaron a cabo en los siglos XVIII y XIX, de forma que entre 1776-1780 se realizaron las obras de los retablos mayor y de las capillas laterales, así como la reforma del coro con el impresionante arco carpanel sobre el que se apoya, mientras en el siglo XIX se emprendió la ampliación del espacio del templo mediante la apertura de la sacristía en 1800, la torre de las campanas en 1816 y por último la obra del Presbiterio en 1851.

El retablo de la Capilla Mayor comenzó a construirse en 1778 siendo entregada la obra terminada en 1780. El diseño fue encargado a Gabriel Kapalastegi y de hecho, la obra fue rematada por Francisco Ruicavado y sus socios, Miguel Ignacio Etxaniz y Sebastián Zenabilla, todos ellos oficiales arquitectos y vecinos de la villa de Lekeitio. En 1776 se encargó un nuevo diseño de retablo mayor a Juan Iturburu. La ejecución de un pedestal o zócalo para apoyo del retablo de este retablo corrió a cargo de los canteros locales José Goerretxea, Domingo Goitia Garetxana y Mateo Etxano, vecinos de la puebla de Aulestia. Este apoyo fue construido con piedra jaspe extraída de las canteras de Ereño.

A finales del siglo XVII se llevó a cabo la obra fundamental que tuvo como consecuencia la modificación del aspecto de la parte principal de la parroquia ya que en 1792 se acometieron las obras de la mesa del altar mayor de estilo corintio, y los dos altares colaterales correspondientes a la capital del Rosario y a la de las Animas a cuya financiación contribuyeron los miembros de las respectivas cofradías.

Osario
Osario.

En 1792 se realizó el retablo de las Ánimas por el herrero José Idoiaga y el cantero Domingo Idoiaga. La decoración de este retablo fue llevado a cabo en 1793 por el dorador y pintor Juan José Lanz.

En 1973 se doró y pintó la Capilla Mayor y el colateral de San Pedro por Gregorio de las Cagigas y Joachin de Zilla.

En 1800 se procedió a la creación de una nueva sacristía y a la construcción del colateral de la Soledad. Este último fue obra de Miguel Uriona Barrenetxea.

En 1815 fue reconstruida la torre destruida por un rayo caído durante una tormenta. El diseño fue de Juan R. Belaunzaran y su campana de Agustín Garetxana.

En 1837 comenzaron las obras para las nuevas bóvedas.

La obra más reciente (1852) e interesante fue la que afectó al presbiterio, cuya obra se llevó a cabo a base fundamentalmente de caliza roja de las canteras de Ereño.

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