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La iglesia parroquial de San Martín de Forua se alza en el barrio de Elexalde de Forua, barrio del que es punto central a partir del cual se ordenan una serie de caseríos, los más antiguos de la anteiglesia. Según Iturriza la iglesia fue fundada entre el siglo XI y principios del XII:

“Advierto lo nono, que valiéndose de la citada concesión del Papa Urbano II, edificaron varias personas poderosas de estas provincias Vascongadas, iglesias parroquiales a título de gozar sus décimas, según escribe Esteban de Garibai Zamalloa en el capítulo 3º del libro 23 del Compendio Historial; y es de la misma opinión del Padre Fray Martín de Coscojales, quien, en el capítulo 12, folio 165 y siguientes del primer tomo de las Antigüedades de Bizkaia dice que varios dueños de casas solares de este Señorío unidos fundaron varias iglesias desde el año 1095 hasta 1179 en las cercanías de sus palacios con objeto de disfrutar sus décimas, y de no ir a las parroquias lejanas a oír misa y oficios divinos; las que menciona fundadas de esta naturaleza son , San Martín de Forua, San Martín de Arrieta...; todas las cuales son de patronato divisero, con el gozamen de décimas y presentación de sus beneficios”.

La iglesia modesta en diezmos se nos describe en las Visitas del siglo XVIII como “(...) limpia, en cuanto lo permite su pobreza, pero con suma falta de ornamentos (....)”. Esta carencia tratará de subsanarse con numerosas pero accesorias reformas. Sólo en la obra acometida en el siglo XIX se contemplará una remodelación de gran magnitud.

San Martín
San Martín. Este edificio renacentista tomó
el aspecto actual cuando se replanteó su
interior como iglesia columnaria, en pleno
siglo XIX (1825). Lo más extraño de todo
es el reparto de la cabecera, entre capillas
comunicadas.

La reforma más antigua que se rastrea es la que se debió efectuar a comienzos del siglo XVI y que responde al modelo de iglesia trabajada por los canteros vizcaínos de este siglo: la iglesia de salón rectangular gótico-renacentista (hallenkirche). Un estilo que expresa toda una forma de entender la sociedad. La horizontabilidad envuelve todo el edifico, prisma cúbico, donde destacan los muros perimetrales en toda su altura, elementos sustentables fundamentales. Los vanos también merecen la atención: presenta dos accesos, el lateral apuntado y adovelado, al igual que adovelado es el principal –ubicados ambos bajo el pórtico- junto al que se colocó el ara romana hallada en Forua en el siglo XVIII, reutilizada como pila de agua bendita. Sobre el acceso principal se rasga una ventana que aparece ligeramente apuntada, con derrame; pero al haberse cegado convirtiéndose en pequeño vano adintelado, es difícil percibir su forma. En el muro testero –entre dos contrafuertes, en zona alta- se abre una claraboya con tracería gótica, oculta al interior por el retablo. A los pies de la iglesia, en una esquina, se alza una torre de forma prismática rematada por un tejado a cuatro aguas. La torre se construyó antes de septiembre de 1633 pues entonces se documenta el pago del material entregado para edificar –teja y ladrillo- y en diciembre el pago de la colocación de la campana para la torre. Su silueta vertical quiebra la horizontabilidad del edificio materializando quizá los avances de la oligarquización social que la crisis del siglo XII desató. También en este siglo, concretamente en 1611, un escultor de la zona, Juan de Acurio, talla una imagen de San Sebastián para reemplazar con ella a una anterior, mandada retirar, dado su estado ruinoso, por el Licenciado Santa María en visita por los pueblos de Bizkaia.

En el siglo XVIII se reitera en las Visitas la necesidad de reparos y, efecto, serán numerosas las adquisiciones tanto de mobiliario como la construcción de nuevos elementos arquitectónicos: edificación de una casas nueva para el cura (1712), acondicionamiento del cimenterio para servir a las Juntas que allí se celebran (1714), composición de la imagen del Santo Cristo (1718), pequeños arreglos en la Fábrica (1721), doración de la parte interior del copón y caja del Veático (1736), construcción de nuevos tejados (1737), composición de la efigie de Nuestra Señora del Rosario y la Cruz parroquial (años 40)....

En 1812 parece que comienzan las obras de reforma de la iglesia. Ante la magnitud de la obra y los gastos que originan, la Fábrica se va a ver en la necesidad de pedir dinero a censo. Concretamente en 1816 se reseña como la feligresía había dado poder a D. José Gabriel de Meaza, beneficiado y cura de San Martín, y a D. Antonio de Uribe Bolealdea, mayordomo secular, para que siguiesen con la obra de la bóveda de esta parroquia la que casi estaba concluida.

Durante los años finales del XVIII y principios del XIX se realizan numerosos pequeños arreglos.

Exterior de la iglesia parroquial
Exterior de la iglesia parroquial de San Martín.

La remodelación de la iglesia se llevó a cabo adecuándose en parte a la conducta de Errigoiti al alinear las tres naves a una misma altura dentro del cajón gótico-renacentista, replanteándose el interior como una iglesia columnaria; compartimentándose el espacio en tramos marcados por un par de columnas toscanas sobre las que descarga la correspondiente bóveda tabicada. Lo más singular de toda la reforma es la parcelación de la cabecera de la iglesia en tres ambientes constituyendo tres capillas comunicadas, recurso de las soluciones prerrománicas.

Estaríamos pues ante una iglesia que pese a la modestia de sus dimensiones y materiales representa un interesante ejemplar arquitectónico del afán general de mantener y buscar la tradición “hallenkirche neoclásica”.

En el interior de la iglesia se encuentra tallada en el soporte del pilar izquierdo del coro la fecha de 1815, año en que se están efectuando las obras de mayor envergadura.

En el año 2005 se restauró todo el interior del templo.

Mobiliario

En la cabecera de la iglesia, en su capilla central, se ha emplazado un gran retablo de estilo Rococó. Este retablo fue realizado por el maestro escultor Juan de Urquiza entre los años 1754 y 1759.

El retablo, situado tras el altar, consta de banco, tres cabeceras y ático. En esta obra Urquiza combina una superposición de elementos propia de las tendencias de la época; así, conjuga en la composición recursos clasicistas y barrocos que, decorados por una asimétrica y sinuosa rocalla –decoración a base de motivos naturales (conchas, curvas...)- y temas de estilo naturalista (ramas, flores, hojas...), ofrece una escenografía plena de claridad y ligera.

Retablo del altar mayor
Retablo del altar mayor de la
iglesia parroquial de San Martín.
Obra realizada entre los
años 1754-1759.

En el interior se abre una amplia hornacina en la que se haya situada una imagen de San Martín Obispo. En las cabeceras laterales se abren sendas hornacinas de menor tamaño y ubicadas a menos altura que la central. Este efecto dinamiza la composición al disponerse triangularmente las tres imágenes.

En la capilla derecha del retablo dos columnas de orden compuesto enmarcan la figura de San Antonio; en la izquierda se encuentra la de San Pedro. Ambas imágenes junto con las de Cristo situado en el ático son obra del escultor Juan de Munar, quien las entregó a la iglesia en el año 1763.

En el ático se repite el recurso de la complejidad espacial adelantándose levemente la hornacina donde se ubica el Cristo. El fondo de la misma se haya pintado; la pintura representa el Gólgota, al fondo la ciudad de Jerusalén, y el día y la noche fundiéndose en tinieblas sobre la cabeza del Cristo agonizante.

Los paños izquierdos y derecho se llenan con una profusa decoración de rocalla y los extremos quedan rematados por dos angelotes, imaginarios muy del gusto Rococó.

En la capilla izquierda hay retablo clasicista. De pequeño tamaño, se ordena en tres calles separadas mediante columnas de orden compuesto. En la calle central se encuentra una imagen de Virgen con Niño. El retablo se retablo con la figura de un ángel. Este retablo representa unas características que lo adscriben al Taller de Forua y en concreto a Pedro Alloytiz. La particularidad que apunta hacía su autoría es la decoración, típica en este escultor, de pajarillos picando uvas.

En la capilla de la derecha se encuentra un retablo eoclásico fechable en los primeros años del siglo XIX. De orden compuesto, consta de una sola calle en la que se ubica una Dolorosa, que bien puede ser la imagen de Nuestra Señora de la Soledad adquirida en 1812 por la Fábrica de la iglesia. El autor es Juan Bautista Mendizabal. El tema, un motivo típico de la imaginería popular, es tratado por el autor con gran perfección técnica. El dolor contenido marcado en la palidez y aflicción del rostro; la angustia expresada en el retorcimiento de las manos y el negro manto que viste a la imagen nos describe una obra en la que la belleza y la perfección en el tallado de la madera enriquecen la imagen tradicional.

Imagen de Nuestra Señora de la Soledad
Imagen de Nuestra Señora de la
Soledad. Obra del escultor Juan
Bautista de Mendizabal, año 1812.
En el año 2012 lo estuvieron
restaurando.

En la nave de la iglesia hallamos situados en cada uno de los extremos de la misma un par de retablos clasicistas. De iguales dimensiones, carecen de policromía o son de policromía oscura. Ambas, como se pueden atribuir al Taller de Forua y concretamente a Juan de Bolialdea. Junto al retablo del ala izquierda encontramos un pequeño baldaquino policromado en cuyo interior hallamos una talla de la Virgen sentada con Niño, también con restos de policromía.

También en los muros que flanquean los muros de la cabecera central se encuentran adosados dos baldaquinos de madera tallada en cuyo interior están colocadas las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y de la Inmaculada.

Sacristía

En la sacristía destaca la cajonería del armario la cual, por su similitud con la de Muxika y con la de Errigoiti, se puede adscribir a Juan de Uturburu.

Yacimiento

Las excavaciones realizadas en el interior del templo de la iglesia de San Martín han testificado la ocupación de este espacio en un amplio cronológico que remite hasta la época romana.

La iglesia se levantó a inicios del siglo XVI. La nave central estaba ocupada por una necrópolis de cajoneras del siglo XVIII, que sustituyó a la primera necrópolis del templo, de los siglos XVI y XVII, de la que hoy se conserva parte bajo el coro.

El actual templo se edificó sobre una iglesia gótica construida en torno al siglo XIV a la que se asociaba una de las necrópolis halladas bajo el coro.

El suelo acristalado
El suelo acristalado permite ver los restos
de muros romanos y góticos.

Por debajo de los niveles góticos se conserva una extensa necrópolis prerrománica y románica de sepulturas de lajas, de la cual aún se puede ver una infantil delante del presbiterio.

Por los numerosos restos romanos (monedas, cerámicas y cimentación de construcciones) encontrados en las excavaciones del templo, sabemos que se erigió sobre parte del poblado romano de Forua. En los restos constructivos que han llegado hasta nosotros, se pueden reconocer los cimientos de dos estructuras porticadas superpuestas, posiblemente pertenecientes a edificios del forum romano de Forua.

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