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La ermita de Santa Catalina se halla ubicada en el barrio Akorda, junto a la carretera de Ereño a Nabarniz.

Se trata de un edificio de reducidas dimensiones de planta rectangular (10,15 x 7,70 m) cuyos muros están fabricados a base de mampostería muy humilde con esquineros de sillar a la vista, cuya cobertura se realiza mediante un tejado a tres aguas sobre dos cerchas. Su armadura es totalmente de madera y está rematada por una cruz de hierro.

La puerta de acceso, rectangular, adintelada y bastante estrecha se orienta al suroeste, a resguardo de los vientos, abriéndose por encima de ella un vano a través del cual asoma la campana que curiosamente se sitúa en el interior del edifico; el aspecto de recogimiento viene dado por las escasas aberturas que permiten la entrada de la luz, reduciéndose a las do aspilleras que se abren en uno de los lienzos laterales.

Una vez en el interior, el suelo esta recubierto por losetas rectangulares rojizas, y no de madera. Por su parte el tejado se apoya en el interior en cuatro pilastras laterales de madera, dos a cada lado, cuyo último tramo es de piedra.

En el ábside se sitúa una mesa que hace las funciones de altar, estando la inferior cerrada con maderos transversales pintados en verde y marfil y bordeados por la madera al natural; sobre la mesa se sitúa un pequeño “retablillo” de madera constituido por algunas tablas transversales en medio del cual. Sobre una repisilla, se sitúan las imágenes de las tres vírgenes correspondientes a la advocación de la ermita Santa Catalina, Santa Lucía y Santa Bárbara. El resto del mobiliario se conforma únicamente por cuatro hileras de bancos de madera.

Santa Catalina
Santa Catalina.

El estado de conservación de la ermita es buena.

La única noticia documental que tenemos acerca de esta ermita, aparte de las típicas limosnas consignadas en los testamentos, tanto por parte de los vecinos de Ereño como de Nabarniz, desde el siglo XVII, se halla en al auto de visita de 1793 que se consigna en el Libro de Fábrica de la parroquial de San Miguel. El visitador informa del lamentable estado en que se halla el edificio de Santa Catalina puesto que según, expresa en el auto correspondiente, a parte de hallarse roto el crucifijo, faltaba una bovedilla o cielo raso que cubra el altar debido sin duda a haberse desplomado, “por lo cual éste se hallaba lleno de tierra y polvo”; es de suponer que se realizaría el reparo correspondiente puesto que en el auto de 1847 se informa que las ermitas de San Miguel, San Martín y Santa Catalina se hallaban en buen estado “aunque en esta última apenas se conoce la imagen de la titular” por lo cual se prohíbe la celebración de misa hasta que las personas encargadas de su cuidado encarguen pintar de nuevo la imagen de ella.

Aunque en los documentos sólo se menciones a Santa Catalina lo cierto es que la ermita estaba bajo advocación de tres vírgenes, la mencionada y las de Santa Lucía y Santa Bárbara, celebrándose sus festividades y respectivas romerías el 25 de noviembre, 13 de diciembre y 14 del mismo mes.

Esta ermita asumió en siglos pasados la función pública no sólo de lugar religioso donde los fieles del barrio Akorda celebraban sus actos piadosos, sino que a su lado se realizaron la consignación de muchas escrituras notariales.

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