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La ermita de San Martín, también conocida como Santa Eufemia, está emplazada en el barrio San Pedro, en una ladera, en el lugar denominado Amilla, junto a un pinar.

Es un edificio pequeño de planta rectangular (11,70 x 8,25 m), con muros de mampostería vista con esquineros de sillería. La cubierta a cuatro aguas se dispone sobre dos cerchas. No tiene campana ni campanario., y el ingreso al interior de la ermita se hace a través de una puerta de arco de medio punto y aspilleras enmarcadas en sillería, situadas ambas en el lado sur. El pavimento es de baldosas de tierra cocida. Presenta soportal a los pies apoyado en cuatro columnas de madera y ésta sobre bases de piedra.

San Martin.
San Martin.

En el interior de la ermita hay un altar fabricado en madera. Flanqueándolo, otro altar de piedra revocada. En el altar principal había dos magníficas esculturas. La primera, la imagen de San Martín (actualmente en la iglesia de San Francisco de Asís), esculpida en piedra alabastro, y posteriormente coloreada. La segunda, una talla de madera que representa a Santa Eufemia (desconocemos su ubicación actual). En el mismo altar se conservaba un cuadro de San Antonio, del que tampoco disponemos de referencia alguna sobre su ubicación actual.

Buen estado de conservación, ya que fue renovada en 2009.

No está claro cuándo se fundó esta ermita, pero parece que siempre ha estado ligado a los caseríos de su entorno. Los caseríos Amilla y Geuria aparecen mencionados en la fogueración de 1641. Por ello, podría pensarse, que en Amillaga ya existía entonces una ermita, en la que los vecinos de ese barrio celebrarían las misas.

En el Libro de Fábrica de la Iglesia de San Pedro Apóstol de Lumo se lee:

"Domingo de Iturraran, por parte de la Iglesia de Santa María de Guernica y D. Hermenegildo Homaechevarria, por parte de la de San Pedro de Lumo, reunidos con Manuel Urionaberrenechea, Juan Bautista Madariaga, Leon de Bilbao y Augusto de Ordorica, todos ellos vecinos de Luno, para tratar de poner un canon anual de 18 pesetas a los que se aprovechan del monte "pequeño y exiguo" perteneciente a la ermita de Amillaga acordaron que el referido monte se dedicara en usufructo a a las casas más inmediatas a la ermita llamadas de Amillaga y Geuriaga y pagar el canon de la siguiente manera: la casa de Amillaga, por ser de dos casas pagará 12 pesetas y la de Geuria, las 6 restantes."

Los vecinos cuentan la siguiente leyenda:

"Antes, el caserío Amille estuvo situado en el lugar que ocupa hoy la ermita de San Martín y un incendio lo quemó entero. Tras el incendio, entre los escombros, empezaron a aparecer brujas. Entonces los dueños del caserío decidieron construir el nuevo edificio un poco más abajo, en donde está actualmente, y en el que aparecieron las brujas decidieron construir la ermita de San Martín. Al parecer, el nuevo plan funcionó, ya que el ambiente del barrio mejoró y desde entonces no han vuelto a aparecer brujas".

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