Urdaibai Reserva de la Biosfera » Arquitectura » Arquitectura Religiosa » Ermitas

Sobre la cueva de Santimamiñe, en la cumbre de una escarpada colina desde la que se denomina el espléndido paraje de la ría de Urdaibai, su desembocadura y un extenso tramo costero, se encuentra la ermita de San Miguel de Ereñozar.

Baselizarako sarrera.
Entrada a la ermita.

Es un edificio rural, de planta rectangular, muros de mampostería con sillares en las esquinas, cubierta a dos aguas y amplio pórtico a Poniente y Mediodía. Al interior, se accede a través de una puerta adintelada abierta a los pies del templo. En ese espacio, de reducidas dimensiones y pavimento de tierra, se custodia un sillar de arenisca, decorado con la figura de un tosco orante rodeado de una orla de dientes de sierra que, pese a su estética arcaica, parece un ejemplar medieval. Junto a él, se conserva también un sepulcro monolítico de planta exterior trapezoidal y hueco interior antropomorfo, con la cabecera diferenciada del cuerpo mediante un ensanchamiento que insinúa hombros rectos y simétricos, que pueden ser datado entre los siglos X y XII. No debe ser esta la única sepultura del entorno, ya que es tradición popular que haya tumbas en los alrededores de la ermita, aunque ninguna investigación arqueológica se haya realizado al respecto.

Hilobia.
Sepulcro.

Pese a estos indicios, poco conocemos de sus orígenes. Según J. R. Iturriza –historiador de finales del siglo XVIII-, la ermita fue antigua parroquia de Ereño, construida en el siglo X por los labradores censuarios o campesinos dependientes de los señores de Bizkaia. Atendiendo a la advocación del templo, la fundación pudo ser algo más reciente, ya que el culto a San Miguel debió de propagarse y arraigar con fuerza en Bizkaia gracias a la política de organización del territorio emprendida por Sancho III el Mayor, quien en 1707, al fundar el monasterio de Aralar, convirtió al arcángel en el protector de la monarquía de Pamplona.

Barrualdea.
Interior.

En Bizkaia, como en toda Europa, se construyeron en torno al año 1000 numerosas iglesias que además de prestar asistencia religiosa a la población de entorno, sirvieron para cohesionarla en comunidades aldeanas. Frecuentemente, estas iglesias se levantaron en un extremo del área poblada, pero no siempre fue así, como en el caso de San Miguel, construida en un lugar expuesto a los vientos, sin protección natural alguna y que nunca debió resultar muy atractivo para establecer un asentamiento, más aún teniendo en cuenta la escasa superficie de la colina. Pero la devoción que entre los vecinos existe hacia el santo, nos hacen pensar que, antes de que en el ocaso de la Edad Media se consolidaran las anteiglesias de Ereño, Nabarniz y Gautegiz Arteaga, el templo sería un importante referente para la población que se extendía a sus pies, como es habitual en sociedades de base ganadera, donde el monte unía a la población de sus laderas.

Kanpoaldea.
Exterior.

No fue el religioso el único uso de la colina de Ereñozar. Su estratégica situación sobre la costa facilitó que se fortificara y se constituyera en una atalaya defensiva, definida por una obra de mampostería coronada, probablemente, con cerramientos lígneos, cuyos cimientos, rodeando la explanada superior del monte, todavía pueden observarse en la actualidad. (más Castillosroqueros). En 1409, en el contexto de la violenta lucha de bandos, fue destruida quedando en pie sólo la ermita que, tras sufrir diversas reformas a lo largo de su historia, fue reconstruida en 1982 por los miembros de la hermandad de Amigos de San Miguel de Ereñozar, recuperando, además, el régimen de auzolan tradicionalmente usado en la restauración de muchas de estas edificaciones rurales.

El pasado brumoso de Ereñozar se ve también envuelto por numerosas leyendas y creencias que acrecientan su interés. (Más Diccionario de mitología eta Cuentos

Urdaibaiko Galtzagorriak © 2017. Contacta con nosotros: galtzagorriak@urdaibai.org

Patrocinadores: Gobierno Vasco, Ayuntamiento de Gernika-Lumo y Reserva de la Biosfera de Urdaibai.